Demasiado ocupados

manager-busySeguro que es como te sientes. No eres un caso aislado. Innumerables reuniones, llamadas cruzadas, dificultades para quedar, desplazamientos imprevistos, agendas imposibles de cuadrar, jornadas inacabables…

Con frecuencia me encuentro con gente que parece tan atareada que es difícil quedar con ellos. Y a la vez observo otros menos comprometidos que no ponen tantas energías, ni su contribución resulta ser de gran utilidad.

La presión por la eficacia y la gestión del tiempo pueden llevarte a tener todas las horas del día completamente ocupadas. Igual incluso acabas con la satisfacción del deber cumplido. Y sin embargo tu disponibilidad para innovar se habrá resentido de manera grave.

La complejidad de los negocios, la demanda de eficiencia, los apresuramientos, nos han quitado el tiempo para investigar, para deliberar, para pensar. Ya no podemos detenernos lo suficiente para reflexionar sobre necesidades, problemas y alternativas. Estamos demasiado ocupados o preocupados como para poder encontrar el tiempo necesario para innovar.

Te ocupa tanto el corto plazo, la reducción de costes, la resolución de problemas operativos, la gestión de los clientes, la reacción de los competidores que las actividades de innovación no encuentran un lugar en tu agenda. Como no te generarán ingresos hoy, siempre optas por iniciativas que se antojan más urgentes.

Pasas el día apagando fuegos que con un poco de reflexión podrías haberlos anticipado y te los hubieras ahorrado. Lamentablemente los sistemas de evaluación e incentivos de las organizaciones, con indicadores más orientados hacia el corto plazo o hacia lo que ocurrió en el pasado, no están diseñados para premiar a quien evita los problemas por haberlos previsto. Y los considerados expertos funcionan disparando soluciones antes incluso de haber tenido tiempo para comprender los problemas en profundidad.

Innovar requiere investigación para  identificar necesidades o problemas, analizar posibles opciones, y experimentar hasta encontrar la solución adecuada. Sin embargo, nos han enseñado a gestionar nuestro tiempo, a estar centrados en lo importante, a mantenernos ocupados y disponibles. Pero esta exigencia de eficiencia e inmediatez no dejan tiempo a la reflexión.

Esta carrera podría tener algún sentido en entornos estables donde todos los competidores juegan al mismo modelo de negocio y con idénticas reglas. Pero cuando las condiciones son cambiantes y alguien se desmarca optando por vías distintas, los del montón corren el riesgo de quedarse en fuera de juego. La confianza en las prácticas del pasado les llevarán a la ruina porque carecen de las competencias necesarias para el nuevo entorno.

Mi diagnóstico es que propietarios y directivos de buena parte de nuestras empresas juegan hoy a explotar al máximo las eficiencias para sostener una rentabilidad que no acaba de llegar.

Hay que explicar que no son buenos líderes ni directivos los que se centran en el corto plazo por más que premiemos sus actuaciones. La prueba es la recesión que padecemos y las escasas ideas para salir de ella.