Lo que te propones

Si eres un directivo responsable, seguro que estás preocupado por la deriva de tu empresa y, en el mejor de los casos, crees tener claro dónde te quieres dirigir y cómo llegar. Y sin embargo te sorprendes cuando ves que tus colaboradores no parecen entenderte y no te siguen con la prontitud y convicción con que desearías.

Un aspecto nuclear de la formulación de la estrategia es la definición del propósito de la empresa, que por su relevancia se suele calificar como intención o propósito estratégico.

Pese a su importancia, no se le suele dedicar mucho tiempo a la comprensión y comunicación del propósito. Formalmente se elaboran visiones institucionales y objetivos que se dan a conocer por diversos medios pero que, aparte de una impresión o impacto fugaces, nadie de la organización parece creer y que carecen de efecto en las decisiones del día a día.

Es evidente el papel que un propósito claro y bien definido tiene sobre la orientación de las acciones de cualquier organización, particularmente cuando el entorno está lleno de incertidumbres. El propósito:

  • Es la expresión de una ambición, persuasiva y convincente, capaz de transmitir la energía emocional e intelectual necesarias para embarcarse en la travesía que conduce a su logro.
  • Transmite un sentimiento de reto y de osadía que empuja a superarse en las propias capacidades para completar las tareas pertinentes.
  • Señala la dirección hacia un futuro personal, singular, atractivo y valioso de servicio a terceros.
  • Propone y comunica esos retos a la organización y compromete a todos para ofrecer lo mejor de los propios esfuerzos.

 

La declaración del propósito sigue siendo un elemento obligado en la definición de las empresas. Especialmente necesario en momentos en que se ha de cambiar el rumbo o establecer una redefinición del modelo de negocio, y más cuando se ha de hacer de modo rápido y urgente por el peligro se supervivencia al que se enfrentan muchas empresas.

Cuando la presión se concentra en la gestión de aspectos operativos, de reducción de costes y revisión de procesos, resulta aún más decisivo revisitar el propósito y establecer su actualidad. Hoy se reclaman propósitos atrevidos y ambiciosos; no discretos o mezquinos, incapaces de animar a dedicar mayores esfuerzos para su consecución.

En el origen de la consecución de los logros esperados se encuentra una clara e inequívoca definición del propósito y una acertada comunicación del mismo. Y se necesita no tan sólo en épocas agitadas y de incertidumbre, sino en toda ocasión.