Tiempo muerto

Tiempo muertoA muchos nos parece que en los tiempos actuales la rapidez es un requisito necesario para el logro de resultados. Habitualmente asociamos la eficacia con la velocidad en la toma de decisiones y en la ejecución de las mismas.

Sin embargo, si sólo nos fijamos en el tiempo de respuesta como predictor del éxito estamos dejando de lado factores determinantes como la reflexión y el análisis crítico. Y si mandamos esta señal a nuestros colaboradores, los efectos pueden ser desastrosos.

Es verdad que la presión para moverse de modo acelerado es enorme. Y ella misma está en el origen de caer en tropiezos con más frecuencia de lo necesario. En el trabajo de la empresa, no debe confundirse el ser diligente con unas actuaciones instintivas condicionadas por una supuesta búsqueda de la supervivencia.

Lo más parecido a esto último sería la elaboración de una lista inacabable de tareas a realizar resultado de sesiones de lluvia de ideas y que no responden a una estrategia concreta. Incluso en contextos de cambios rápidos, carecería de sentido.

Sin duda hemos de trabajar con la mirada puesta en el calendario y en el reloj, pero las decisiones y actuaciones sin sentido conducen al caos. De ahí que hoy defienda la conveniencia de establecer esos tiempos muertos en los que parar y pensar, particularmente cuando todos afirmen que no hay tiempo que perder. Por ejemplo, pide tiempo muerto…:

  • Cuando alguien acuda con un tema que califica de importante, y más aún si fuera urgente.
  • Cuando sólo tengas listas de cosas por hacer y ninguna de cosas por abandonar.
  • Cuando debas ocuparte del desarrollo de tus colaboradores.
  • Cuando veas que se lanzan a actuar sin que se haya hecho un diagnóstico de lo que está ocurriendo.
  • Cada vez que desconozcas el estado de un proyecto del que eres responsable.
  • Cuando te veas arrastrado a actuaciones que no son fruto de decisiones deliberadas.
  • Cada vez que alguien afirme que algo no puede salir mal.

 

Hay trabajar con intensidad, moverse deprisa, tener ambición… Pero no se puede actuar a ciegas o alocadamente.