Aconsejar

AconsejarEn los últimos tiempos esta actividad parece ser particularmente necesaria y son muchos más los que se muestran dispuestos a ofrecer consejo que quienes están decididos a solicitarlo. Me ha parecido muy oportuno el artículo que aparece en el próximo número de la HBR* y del que saco algunas ideas.

Dar o recibir consejo no es sencillo. Hay que superar la tendencia innata a preferir las propias opiniones, independientemente de su valor, y el hecho de que escuchar con atención sea algo que requiere tiempo y esfuerzo.

Quienes participen en esta actividad deben reconocer que es una competencia que no se adquiere de manera infusa sino que se ha de aprender y desarrollar. Aconsejar requiere buenas dosis de inteligencia emocional, autoconocimiento, moderación, diplomacia y paciencia.

Si buscas consejo no cometas las siguientes equivocaciones:

  • Pensar que ya conoces la respuesta. Se suele confiar demasiado en las propias capacidades e intuición. El exceso de confianza lleva a tomar decisiones basadas en tus conocimientos previos y suposiciones. No pidas consejo sólo para validar tus ideas.
  • Elegir al asesor equivocado. Si optas por quien aparece como más amable y accesibles te sentirás más cómodo y confiado pero nada asegura la calidad y utilidad del consejo. Tampoco se suele acertar con el tipo de conocimientos que se precisan.
  • Definir mal el problema. Una comunicación defectuosa lleva al error en la identificación del problema a resolver o se omiten detalles fundamentales para su comprensión.
  • Minusvalorar la opinión. Es quizás el error mas común. El egocentrismo nubla la visión. Si estás tan anclado a tu punto de vista no se aceptarás las opiniones contrarias.
  • Errar al valorar la calidad de la opinión. Se tiende a aceptar mejor la opinión de alguien de confianza, lo que no necesariamente significa que sea la más valida.

Y cuando ofrezcas asesoramiento, ten cuidado de no caer en estos errores:

  • Pasarte de la raya. Dar consejos no solicitados suele considerarse una intromisión y nunca se siguen. Quienes ofrecen consejos sin base alguna pierden credibilidad e influencia.
  • Confundir la naturaleza del problema. Descubrir semejanzas con experiencias anteriores lleva a apresurar la identificación del verdadero problema. O no reconocer que quienes buscan consejos suelen mostrarse sesgados en su presentación. Y hay quien evita hacer preguntas por miedo a poner en peligro su imagen de expertos.
  • Ofrecer la opción que desearías para ti. Carece de sentido no centrarse en el beneficio de quien acude en busca de ayuda, ni reconocer la situación en que se encuentra, o desconocer las opciones a su alcance.
  • Comunicar mal el consejo. Suele ocurrir cuando se habla de manera vaga, o excesivamente especializada e incomprensible para el que lo recibe. También cuando se proponen gran número de ideas y alternativas que llevan a la confusión y la indecisión.
  • No aceptar las consecuencias. Hay quien se molesta porque su consejo no es aceptado y decide romper la relación. Lo habitual es que tu opinión sea en parte modificada y complementada con el criterio de otros.

 

* The art of giving and receiving advice. Harvard Business Review, Jan-Feb 2015