El politiqueo

politiqueoUnos lo llaman Política, con mayúscula, otros honesta colaboración, pero en las organizaciones mucha veces no es más que un disfraz para abusos e injusticias.

Llevo varios días considerando si tratar este asunto o más exactamente sobre la posición a tomar. Es cierto que bajo esta denominación se incluye tanta variedad de situaciones y posiciones que cualquier afirmación puede ser a la vez defendida y rebatida.

No me refiero aquí a las políticas institucionales que gobiernan decisiones empresariales, sino a la manera informal en que se concretan determinadas relaciones entre las personas de una organización con el fin de obtener ventajas individuales.

Por un lado sabemos que la mayoría de las decisiones en la empresa no representan serios dilemas éticos, y por tanto, puede adoptarse una posición y defenderla y modificarla más tarde en razón de un bien mayor como el de consolidar relaciones interpersonales y evitar conflictos.

En el otro extremo del espectro están las decisiones claramente inmorales que no puedes secundar o compartir, incluso aunque puedan acarrear como consecuencia tu despido.

Quedan después todo un conjunto de circunstancias y comportamientos aparentemente intrascendentes pero cuyos efectos pueden ser significativos. Esas posiciones “políticas” se concentran en torno a las posiciones a mantener en relación con los superiores y el impacto más o menos directo que tienen sobre la progresión de la propia carrera en la empresa.

Es del todo razonable tratar de destacar para atraer la atención de quien puede decidir tu ascenso o evitar tu despido. Pero para lograrlo, algunos no repararán en utilizar cualquier medio, incluido el de la adulación o el disimulo. Y presumen de disponer de lo que denominan “competencias políticas” que utilizan para dar cobertura a sus comportamientos inapropiados.

Más aún, a quienes se sienten perjudicados por sus maquinaciones les replican:

  • Que quien no actúa como ellos posee una personalidad ingenua e inmadura.
  • Que para progresar en una organización raramente basta con mostrar un buen desempeño y muchas veces resulta innecesario.

A mi, en la medida en que detrás de la adulación o los equilibrios de poder se esconden engaños o falsedades, esos comportamientos me parecen cínicos y reprobables. En tanto que su motivación es el logro de intereses personales que injustamente se anteponen al de otros compañeros o a los generales de la organización, me parecen actuaciones poco profesionales e incluso inmorales.

No juzgo intenciones, sino comportamientos. Se puede ganar visibilidad de manera honrada y esforzada. Se pueden cultivar las relaciones con los jefes mediante un trabajo profesional destacado y una actitud de servicio equivalente a la que se desarrolla con cualquier otro colega o colaborador.

El verdadero éxito en cualquier ámbito de la vida, e incluso la felicidad, no son consecuencia de un azar que algunos pudieran tratar de forzar en su favor mediante el uso de trucos diversos. Aquellas satisfacciones radican en el interior de las personas y no en sus operaciones. Se alcanzan porque se opta por la honestidad, la laboriosidad, la integridad, la lealtad… Incluso cuando algunos maniobran para ocupar tu puesto o lograr tu despido.