Grave olvido

Seguramente te habrás preguntado en más de una ocasión por qué son tantas las empresas que pese a aparecer sólidamente estructuradas, con directivos muy capacitados, y procedimientos bien definidos para la ejecución y control de sus iniciativas muestran resultados mediocres o incluso desastrosos.

La perplejidad crece al constatar que esas empresas parecen estar bien asesoradas y contar con procesos de planificación estratégica firmemente establecidos.

En mi opinión la anterior paradoja se aclara por una razón muy simple aunque no bien reconocida: La confusión entre planificación y ejecución con la Estrategia. El disponer de una Visión articulada en torno a un Misión, Aspiración y Valores, el contar con planes de acción y objetivos estratégicos para desarrollar dicha Misión, no significa tener una estrategia.

La naturaleza de la confusión es explicable. Lamentablemente se sigue considerando como reflexión estratégica la realización del análisis de oportunidades y amenazas, de puntos fuertes y débiles (el desgraciado DAFO que debería ser considerado el enemigo público número uno de las empresas). Se salta entonces de un diagnóstico supuestamente bien confirmado a la elaboración de planes para el logro de unos objetivos calificados de estratégicos y que proporcionarán una ventaja competitiva. Pero el resultado es que esa ventaja raramente se materializa y la viabilidad se mantiene muy comprometida.

En la nota de Cuestiones estratégicas (3) concluía alertando que el proceso de diagnóstico de la situación de la empresa concretado en la identificación de las cuestiones estratégicas no debe conducir de modo inmediato a la configuración de planes, definición de objetivos y ejecución de iniciativas.

Al diagnóstico debe seguir una adecuada consideración de las opciones y posiciones estratégicas, sin las cuales no se podrán definir modelos de negocio sensatos ni definir planes de acción coherentes.

Es comprensible el arraigo y la persistencia del error por la inercia de tantos años de una determinada manera de hacer la reflexión estratégica, condicionada por un entorno razonablemente estable y el paradigma de la búsqueda de una ventaja competitiva ligada a las características del producto.

Curiosamente, la innovación estratégica pasa por tener presente el elemento más determinante y olvidado, la formulación de la estrategia, que dispone hoy de más claves que las del bajo coste o la diferenciación y que es la base que permitirá definir y experimentar con modelos de negocio apropiados.