Tendrás que incomodarles
Tu responsabilidad directiva incluye el tener que llevar a tus colaboradores hasta el límite de su zona de confort para que aprendan a su vez a sentirse cómodos al poner a otros en situaciones difíciles.
Cambiar, progresar, exige tanto dar más de uno mismo como ceder y amoldarse. Eso es lo que lo hace incómodo. Cuando se intenta algo nuevo es fácil abandonar al percibir las dificultades acompañantes. La frustración que eso genera es normal y requiere proporcionarles ánimo y estímulos. Para entrenarles a afrontar esas situaciones es necesario que les proporciones experiencias que les exijan esforzarse y dar más de lo habitual, hasta el punto de la incomodidad.
La sociedad actual no sólo busca la comodidad sino que evita por todos los medios el poner a nadie en situaciones comprometidas, ya sean de orden físico, mental o emocional. Preocupa el generar rechazo, molestar a la gente o perder amigos. Por eso se prefiere dejar las cosas como están. De ahí la dificultad directiva para mejorar el desempeño de quienes desearían seguir sintiéndose cómodos.
Pero eso mismo deberías aplicarlo para tu propio desarrollo. Si tienes a tu alrededor a otros que te exijan más de lo que te gustaría, te ayudarán a crecer con más rapidez que si lo intentaras en solitario.
Habrás de esforzarte más allá del aburrimiento pero sin llegar al nivel de la ansiedad. No se trata del esfuerzo habitual de hacer más de lo mismo que has hecho siempre. Eso sólo conduce al estrés y al cansancio. Lucha por alcanzar esa zona de incomodidad que te permite estar inspirado y conseguir tus objetivos. Es entonces cuando descubres nuevos puntos de vista y aprendes a pensar de manera distinta.
Tendrás que superar esa barrera cultural que lleva a no incomodar a nadie. Es un reto que además te obliga a acompañar a quienes exiges esos esfuerzos extraordinarios para que crezcan en dinamismo, compromiso y motivación, cualidades necesarias para la mejora del desempeño en cualquier nivel.
La innovación y el miedo al cambio. Muchas veces nos obcecamos en las herramientas y nos olvidamos de que quienes las manejan son personas. Cambiar su mentalidad es más importante que cambiar las herramientas. Sólo así se consiguen los cambios. Y ya no hablo sólo desde el punto de vista del directivo hacia sus colaboradores. También desde un proveedor hacia sus clientes.
Gracias por tu comentario, Joaquín.
Me ha resultado muy sugerente tu última frase. Para pensar… En cierta medida, en efecto, al cliente que más te interesa le has de hacer cambiar de mentalidad y sacarle de su zona de confort.
¡Todo un arte el conseguirlo!