Cuidado con lo que haces

Igual te mueves por el principio de “no desear para los demás lo que no desees para ti”, o en su versión afirmativa, “haz con los demás lo que querrías que hicieran contigo”.

Si aplicas este principio en el mundo de la empresa puedes encontrarte, como me ha pasado en más de una ocasión, con reacciones inesperadas. Esto se debe a que no todos somos iguales, ni todos quieren las mismas cosas. Lo que querrías para ti puede resultar muy molesto para tus socios, empleados, clientes o inversores.

Suele dar mejores resultados hacer con ellos lo que esperan recibir; ponerse en sus zapatos y adoptar su propia perspectiva. Si no estás seguro de lo que desean, tienes muy fácil salir de dudas: ¡Pregúntales!

Pero nada es tan sencillo. También me he encontrado en situaciones en las que no saben lo que necesitan. Y cuando te piden consejo y acuerdas unos objetivos, se los das… ¡y no los quieren!

Los hay que son como niños.