Ego desmedido

Conforme aumentan tus éxitos, crece tu ego. Estás orgulloso de los avances realizados y eso es bueno. Pero, si bien que el ego puede ser parte de lo que empuje tu motivación, no debes concederle más de lo que merece.

El ego atrapa incluso a los profesionales con más talento. Hay directivos que, llegados a una determinada posición, no atienden a otra opinión que no sea la suya. Dejan de escuchar y de aprender y entonces el ego se convierte en una trampa para tontos. Cuando pierdes la curiosidad sobre ti mismo y los demás, dejas de ver al mundo como en realidad es.

Un directivo con inteligencia emocional no permite que su ego le oculte sus defectos. Es imprescindible que descubra la manera de controlar sus debilidades para poder concentrarse en desarrollar sus fortalezas.

Si has ascendido hasta posiciones directivas elevadas debes ser lo suficientemente inteligente como para no caer en la trampa de un ego desmedido. Es sencillo escapar de ella. Sólo tienes que ejercitar algo de humildad y empezar a preocuparte por las necesidades de lo demás antes que de las tuyas.