En el redil

Se ha observado que la mayoría de las personas, las conformistas, tienden a racionalizar su situación y considerarla como algo legítimo, aunque vaya en contra de sus propios intereses. Justificar y defender el sistema establecido tiene un efecto reconfortante. Es como un analgésico emocional; que el mundo sea así es señal inequívoca de que no debes estar descontento con él.

Pero esa resignación aplaca la furia para hacer frente a la injusticia, ahoga la capacidad de iniciativa para hacer que el mundo funcione de otro modo.

¡Hay que escaparse…!