Es doloroso

Para ganar en fortaleza te has de esforzar más allá de tus propios límites y eso es doloroso. Esto vale tanto para el desarrollo físico como intelectual, y especialmente cuando has de hacer frente a la dura realidad de las propias imperfecciones. Sin embargo, la mayoría de las personas instintivamente rechazan el dolor.

No hay modo de evitar ese daño, especialmente si persigues metas ambiciosas. Lo creas o no, tienes suerte de experimentar ese tipo de dolor; si lo abordas adecuadamente te señala la necesidad de encontrar una solución que te permita progresar. Si eres capaz de racionalizar esa molestia, reflexionando sobre ella en vez de evitarla, podrás aprender y progresar con más rapidez. Pronto te acostumbrarás y no sabrás operar de otro modo. Se trata de adquirir ese hábito.

Los retos a los que te enfrentas te ponen a prueba y te fortalecen. Si no tropiezas con la suficiente frecuencia, es señal de que no estás empujando con fuerza más allá de tus límites, y, por tanto, no lograrás maximizar tu potencial.

Ese proceso puede ser tan estimulante que llegará a volverse adictivo.