Malas noticias

Entre las personas, y dentro de las organizaciones, está muy extendida la práctica de ignorar las malas noticias y toda información negativa, sin calibrar suficientemente los costes o las consecuencias de este comportamiento.

Transmitir este tipo de mensajes nunca resulta agradable y es una competencia importante que hay que saber desarrollar. Para protegerse del estrés que ocasiona los hay que tratan de comunicarlas de manera confusa, de modo que el receptor evite, distorsione o ignore esas malas noticias.

Otras veces el mensajero es el propio directivo, quien decide ignorarlas permitiendo que la organización persista en una actuación equivocada, agravando la situación. Finalmente, la propia cultura organizativa puede haber establecido que es mejor suavizar o incluso ocultar información negativa a los superiores pues resultaría perjudicial para los propios intereses de los comunicantes.

Para corregir estas desviaciones es aconsejable:

  • Contar con colaboradores preparados para manejar situaciones de estrés y entrenados en el modo de transmitir malas noticias.
  • Establecer responsables de comunicar el estado de los proyectos para su información sea creíble y aceptada.
  • Designar decisores con capacidad para identificar y asumir riesgos, y tomar medidas correctoras.
  • Estimular la transmisión honesta de la información, evitando penalizar los errores.