Venir llorado

En los últimos tiempos parece escucharse con más frecuencia esa expresión que anima en distintas circunstancias a “acudir llorado de casa”. Se suele escuchar en entornos profesionales en los que el inicio de la hora laboral parece marcar la separación entre lo que es la vida personal de la profesional.

Verse arrollado por las emociones, es un mecanismo de supervivencia. La queja o las lágrimas pueden aflorar, también en el trabajo, como resultado de la indignación o la frustración, pero no por ello deben considerarse como un signo de debilidad o de falta de profesionalidad.

Aunque algunos se burlen, actitud propia de abusadores, no está demostrado que sea perjudicial o esté mal visto. Hay abundantes ejemplos de personalidades cuyas manifestaciones públicas de emoción son valoradas como una muestra de su admirable humanidad.

Llorar en entornos profesionales es más un signo de frustración que de tristeza, de vencedores que no de derrotados. Puede ayudar a reforzar la camaradería para abordar la situación a la que se enfrenta un compañero. Genera empatía y deseo de ayudar. O incluso ser persuasiva y mover a la acción.