Economía de la innovación

La manera de crear valor económico hoy exige nuevas maneras de pensar y nuevas herramientas y formas de gestionar. El modo en que se genera y se retiene ese valor es fundamentalmente distinto de los sistemas de un pasado nada lejano.

La rapidez del cambio tecnológico impacta de manera determinante en el modo en el que la empresa genera valor, lo retiene y lo sostiene en el tiempo. La necesidad innovar es aún más acusada en sectores en los que la acelerada transferencia de conocimientos obliga a las empresas a reinventar el modo en el que llegan al mercado, los activos que deben incorporar y el modo en que se relacionan con proveedores y clientes.

Los mecanismos de retención del valor se encuentran hoy fuera de la empresa, y a la vez, el valor generado por ella es esencial para la viabilidad del ecosistema al que pertenece. La propia definición de la empresa se está modificando, dejando de ser una entidad autónoma capaz de generar y retener de valor para pasar a formar parte de una comunidad interdependiente cuyos miembros negocian de continuo su papel en la creación y retención de ese valor.

Las ventajas competitivas son más efímeras e inseguras que nunca. Si una empresa trata de aislar su conocimiento del resto del mundo se está cerrando a las innovaciones que surgen en el exterior. La mejor fuente de innovación en esta “economía de la innovación” son las ventajas basadas en el conocimiento y que se usan para crear unas capacidades singulares y algo más duraderas.

Ya no se crea valor defendiendo una posición singular en el mercado, sino innovando, reinventando y adaptando el valor que se produce de forma acompasada a la evolución de los sistemas y sectores. Esto impacta de manera profunda en la formulación e implantación de las estrategias.

Si no lo estás experimentando en el trabajo diario, ahí tienes una muy valiosa señal de alerta.