Trabajar a conciencia

La capacidad para trabajar en profundidad tiene hoy un gran valor por dos razones. La primera tiene que ver con el aprendizaje. Vivimos en una economía de la información caracterizada por la abundancia de sistemas complejos que cambian con rapidez. Para manejarse en ella de forma relevante, es preciso dominar el arte de aprender con prontitud cosas complicadas. Esta tarea exige concentración. Si no cultivas esta capacidad, es fácil que quedes desfasado respecto a los incesantes cambios y los avances tecnológicos.

La segunda razón del valor de un trabajo realizado a conciencia nace de su impacto en la revolución digital. Si eres capaz de crear algo útil, el acceso a una audiencia interesada es hoy esencialmente ilimitado, lo que magnifica enormemente la recompensa que recibes. Mientras que si lo que produces es mediocre, es muy fácil que la audiencia encuentre mejores alternativas. Para tener éxito es preciso que seas capaz de ofrecer el mejor trabajo que puedas producir, lo que exige una adecuada concentración.

Esta manera de trabajar es nueva y distinta de la que se precisaba en la era de la revolución industrial. En ésta, sólo un pequeño número de profesionales y trabajadores especializados precisaban realizar un trabajo en profundidad, mientras que la mayoría podía desempeñarse sin dificultad en un trabajo que apenas cambiaba durante años y que no se veía especialmente afectado por las distracciones. Pero en la era de la información, con una mayoría de trabajadores dedicados a la aplicación de sus conocimientos, es obligado realizar un trabajo cuidadoso.

Trabajar a conciencia es una competencia crucial para todo aquel que busque progresar en un entorno mundial competitivo. Hoy no se recompensa a quienes emplean su tiempo en herramientas digitales como Facebook, o realizando tareas superficiales fácilmente replicables, sino a quienes construyen sistemas innovadores y distribuidos, caracterizados por incorporar de tareas complejas, difíciles de imitar.

En la medida en cada vez es más rara esta capacidad para desarrollar un trabajo de profundidad, crece su valor en nuestra economía y esta competencia se convierte en primordial. Quienes la cultiven y la conviertan en la raíz de su vida profesional, serán quienes más progresen.