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Competir en costes
Triste estrategia.
Significa sacrificar valor para el cliente y genera desmotivación en el empleado: dos características que hacen imposible construir una relación estable entre ambos, que impiden construir la vinculación entre la empresa y su cliente. Lo importante en esta estrategia es conseguir el dinero del cliente, no importa que no sea mucho, con tal de que sean muchos los que te compren. Y eso lo consigues eliminando propuestas de valor del producto, que progresivamente reducen el atractivo del mismo. Del cliente que te comprará no sabes nada, ni tampoco te interesa mucho; sólo basta con que sean todos coincidentes en su demanda de un producto barato, y por tanto con limitaciones.
Esta estrategia no te llevará muy lejos y lo más probable es que ni siquiera estés en disposición de llevarla a cabo. Son pocas las empresas con capacidad de jugar en esa liga de mercados suficiente masivos y grandes escalas productivas. Y habrías de felicitarte por ello porque la competencia en esos mercados es enormemente dura, y son pocas las que consiguen sobrevivir en ellos. Acaban teniendo que rendirse ante las ofertas países de “bajo coste” mejor preparados, a menos en el corto plazo, para esa batalla.
¡Busca otra posición!
Efectivamente, muy triste. Lo barato al final sale caro.