Desarrollar la cultura de la Innovación

Siguiendo con el tema de una nota anterior, elaboro algo más la idea de cómo promover una cultura innovadora en la empresa y el papel que puedes desempeñar para lograrlo.
Algunos directivos, más de los deseables, empujan a sus empleados a seguir los procedimientos y a ajustarse a las normas establecidas más que a inventar nuevas maneras de hacer las cosas. A la vez defienden que la empresa habría de ser más innovadora y manifiestan su impotencia para lograrlo pues piensan que todo nuevo producto ha de salir de sus laboratorios de I+D.

Es un error asumir que la innovación se centra sólo en desarrollar nuevos productos, servicios o tecnologías. Las empresas necesitan innovar en esos y en otros muchos más campos. Por ejemplo, Apple no sólo lo ha hecho en nuevos productos, sino también en los embalajes, en las tiendas, en la atención a los clientes y en los acuerdos que establecen con los desarrolladores de aplicaciones.

Las mejores organizaciones no basan su innovación en los resultados de un reducido número de personas creativas. Al contrario, se  preocupan de crear una cultura en la cual todo trabajador se vea motivado a innovar, ya sea en procesos, productos o servicios. Esto redunda no sólo en nuevos productos sino en mejores márgenes, vinculación de los clientes o unas relaciones más estrechas con otras empresas. Además sacan partido al talento de todo aquel que pueda contribuir con una innovación o una idea revolucionaria.

Si quisieras desarrollar una cultura de promoción de la innovación en tu empresa, podrías empezar por algunas de estas cosas:

  • Identifica e implanta una innovación en tu propia área de influencia. Trabaja con tus colaboradores para encontrar ideas que reduzcan costes, ahorren tiempo o mejoren el servicio a los clientes. Quédate con una o dos de ellas y ponlas en marcha de inmediato para demostrar sus resultados.
  • Adquirida la confianza de innovar de manera sencilla, trabaja para descubrir una innovación más ambiciosa. Esto obligará a la gente a pensar de manera más radical, como reducir los costes a la mitad o proporcionar mucho más valor a los clientes.
  • Para mantener ese impulso innovador, crea un entorno que anime a experimentar y desarrollar nuevas ideas. Por ejemplo, libera tiempo para que la gente piense y trabaje en sus propias iniciativas, incluye en la evaluación del desempeño la aportación de ideas innovadoras y premia a los que se la juegan con nuevas maneras de abordar los problemas, aunque no siempre acierten.

 

La presión diaria por alcanzar resultados a corto hacen difícil promover este cambio cultural. De ahí que pocos directivos se comprometan.

¿Tu qué tipo de directivo eres…?