El porqué de tus problemas…

La reducción de las ventas, la falta de anticipación a la crisis, la dificultad para desarrollar iniciativas que te ayuden a salir adelante, la situación de bloqueo ante la falta de ideas… No todo esto debes atribuirlo a los cambios del entorno, o al comportamiento inepto de reguladores y gobernantes o al abuso y la falta de ética en el sector financiero.
Habrás de reconocer que tu también tomas decisiones de continuo. Es tu trabajo y eso determina cómo es tu empresa y hacia dónde se desarrolla. Pero los conocimientos que adquiriste se deprecian. El mundo cambia de modo tan acelerado que tu capacidad de seguirlo es claramente insuficiente. Tus capacidades se van amortizando aunque no registres adecuadamente esos asientos en tu contabilidad.

Además debes considerar la inercia de tu organización o empresa, que se caracteriza por esa estructura monolítica e inmutable que le has proporcionado: Las mismas personas con los mismos conocimientos y desarrollando las mismas tareas y con la misma manera de pensar, tratando de permanecer anónimos y pasar desapercibidos. Y así desde hace años. El resultado es una incapacidad para afrontar con agilidad los retos actuales.

La realidad se impone. Necesitas incorporar el conocimiento y las capacidades de otros al proceso de decisión estratégica que ya no puede depender únicamente de tus decisiones. Habrás de estructurar tu empresa en unidades más pequeñas, con autonomía, formadas por personas capaces de adaptarse, de cambiar y de evolucionar, de tener iniciativa y asumir responsabilidades.