Una respuesta para Antonio
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Me la pedías en tu comentario de ayer y aprovecho el vuelo de regreso a Barcelona para escribirla (en una iPad, claro, sobre una mesita rota, en un avión con un estado de mantenimiento interno deplorable) |
Empiezo por reconocer que no sé qué más decir, aparte de confirmar que esa realidad que comentas es más frecuente de lo deseable. Y manifestar que, al final, todo se resume en las capacidades desarrolladas por los directivos.
La cultura imperante en las organizaciones, sean grandes o pequeñas me parece anticuada e inadecuada. Es el resultado de unos directivos poco preparados y con una actitud poco profesional. Algo que no se permitiría en otras profesiones aquí se acepta porque parece que las organizaciones lo aguantarán todo. Prácticas y conceptos periclitados o contraproducentes, como por ejemplo el análisis DAFO, la estructura de los planes de empresa, o determinados sistemas de medición de resultados e incentivos, se aplican sin criterio ni utilidad alguna. Y el impacto de las decisiones directivas no es menor que las que toman médicos o abogados en relación a la calidad de vida de sus clientes (¡cinco millones de parados!). Por ser más frecuentes, las decisiones de los directivos tienen mucha más repercusión sobre la vida de las personas y por ende, también sobre su salud. Incluso se empieza a imponer en nuestro lenguaje la calificación de «tóxicos» para algunos tipos de directivos, lo que me parece muy apropiado. La calidad de la función directiva que observo es muy floja; peor que muchas otras funciones de la empresa (¿y son los mejor pagados…?). De ahí mi interés y el del Business Learning and Development Institute por contribuir a su mejora. Los programas de formación habituales en universidades y escuelas de negocios se centran más en los aspectos del negocio que no en las tareas del directivo. Por su naturaleza, las actividades y rutinas directivas no son especialmente agradecidas ni brillantes la mayor parte del tiempo. Quizás por ello se ignoran para dedicarse a mostrar otros ejemplos y situaciones en las que el directivo destaca, pero que ni son las más habituales ni seguramente las más convenientes para la organización. Son muchas las capacidades que se le deben exigir a un directivo y las de tipo técnico no son precisamente las principales. Y su calidad vendrá determinada por el ejercicio de unas virtudes que demasiadas veces se echan en falta por la ausencia unos principios éticos sólidos. Lo positivo de estas consideraciones es el reconocimiento de la libertad y la responsabilidad personales. A cada uno de nosotros nos corresponde realizar esos cambios necesarios. Y si en la organización en la que estás resultas un cuerpo extraño, deja que tomen la iniciativa tus pies, y empieza en otro lado. ¿Cómo lo veis? |
Qué rapidez Paco. Muchas gracias por tu comentario. Aunque, en el fondo, no sé si me lo has puesto peor (es broma). Interpreto que te has alineado con mi inquietud y, sin duda, has profundizado mucho mejor en ella. Con tu reflexión de hoy se evidencia que «el enfermo» (la calidad de profesión directiva) está peor de lo que creíamos en un principio. Y, por haber tenido el privilegio de poder experimentar en ambos escenarios, comparto totalmente lo que indicas de manera sorprendente, que afecta tanto a las grandes multinacionales como a las micro-pymes (mira por donde, hemos encontrado un nexo importante, aunque desgraciado, de unión entre dos mundos que podrían parecer antagónicos en un principio). Llevo mucho tiempo dándole vueltas a este tema (tanto es así que, hace dos años, “mis pies tomaron la iniciativa y empecé en otro lado”) y, de vez en cuando, me surge una duda simple: ¿el directivo nace o se hace? Sin duda que debe hacerse, aunque no sé muy bien donde (no conozco muchos otros “Business Learning & Development Institute” de calidad), pero el directivo ¿no tiene también que traer algo de “cuna”?, ¿no tiene que tener una vocación y un orgullo por desempeñar la profesión de directivo (no sólo por los bonus y los planes de pensiones tan de patética actualidad). Ufff, esto se está complicando. ¿Nos será suficiente el blog para abordar este tema (que no es menor: cinco millones de parados, aunque puedan ser algunos menos)?
Debe haber bibliotecas enteras de lo escrito sobre ese asunto que preguntas. Pero hagamos la cosas simples, para ganar en claridad y tiempo. Las personas y sus cualidades se hacen. Somos responsables del resultado de nuestro propio desarrollo, determinado por infinidad de decisiones y esfuerzos dirigidos a la consecución de un fin. Nacemos con unas determinadas características y predisposiciones, sin duda, pero no son tan determinantes para definir quienes llegamos a ser como el efecto de las decisiones que tomamos. No aceptarlo sólo puede acabar en la desesperación. De ahí el gran valor del don recibido de la libertad y la conveniencia de ejercitarla de continuo.