Lo que diferencia a una gran empresa (o persona) de otra mediocre no está en que no comete errores sino en cómo se aprende de ellos.
Todos cometemos errores. La marca de la excelencia no es la ausencia de fallos, sino poseer la sabiduría que permite sacar el máximo provecho de ellos.
Los estudios del comportamiento humano y su impacto en la economía ponen de manifiesto que las personas somos miopes por naturaleza. Estamos programados para reconocer las pruebas que confirman lo que ya sabemos e ignoramos las evidencias que lo contradicen. Y además solemos ser excesivamente confiados pues pensamos que sabemos mucho y subestimamos lo mucho que desconocemos. Esto trae como consecuencia que nos movamos con anteojeras y que nuestros juicios sean de corto alcance.
Los errores tiene la gran virtud de proporcionarnos experiencia y ayudar a reducir el ego, lo que permite hacer descubrimientos que de otro modo no lograríamos. Y para aprender de ellos se precisan dos condiciones:
Que algo vaya mal más allá de lo que podíamos esperar.
Que por ellos sepamos descubrir nuevos beneficios que superen el coste del propio error.
La recompensa se encuentra en la segunda condición pero es preciso que se dé la primera. Lo valioso de los errores es cuando se dan ambas condiciones a la vez.
Desde el punto de vista empresarial nos interesa promover la aceptación y el máximo aprovechamiento del valor subyacente en los errores. De ahí que hay algunas empresas que buscan destacar y compartir los errores cometidos por sus directivos. Y a ellos dedican reuniones específicas.
Esta publicidad de los propios errores no es nueva. Los hospitales (en EEUU…) están obligados a publicar sus estadísticas de mortalidad y morbilidad y son objeto de comparación con sus iguales.
Al principio puede resultar incómodo pero con el tiempo uno puede llegar a presumir de ello, ya que debe ser un indicador de su capacidad de iniciativa y de aprendizaje. Su efecto sobre la cultura de la empresa puede ser muy positivo y generar grandes beneficios.
Se puede pasar de una cultura preocupada por ocultar los errores a otra que los celebre.
¿O piensas que eso es sólo para otros…?
3 Comentarios
Ene28
Conchi
Vi un programa de tv donde se comentaba que realmente aprendemos de los aciertos. Estaba con otros temas y solo me quedé con la frase.
Entiendí que ésto sucedía por el componente motivador y de refuerzo que suponen los éxitos.
Bien, leído tu punto de vista me vale y me viene a la memoria, una entrevista que se le hizo a un empreario de renombre.
Al preguntarle, el periodista, a qué se debía su éxito en los negocios, éste contestó que simplemente se debía a haber tomado decisiones acertadas. El entrevistador sorprendido de la obviedad de la respuesta le interpeló diciendo que cómo era posible tomar decisiones acertadas entonces. La respuesta del empresario, fue no menos sorprendente que la anterior al decir: a base de tomar decisiones erróneas.
Gran lección y tal como lo expones tú Paco.
Ene29
Conchi
Agradecería tu opinión sobre si la estrategia debiera tener algún componente sancionador ante los errores de los gestores empresariales, políticos, sociales, administradores …. que causan grave perjuicio a terceros , generalmente a los consumidores, por llamarnos a los de a pié de alguna manera y por supuesto, en su caso, a los accionistas.
Siendo alguno de estos directivos tan sabiondo, perdón, sabio supuesto por formación y quizás experiencia, que parece solo entender y simpre supuestamente, de bonos por resultados, muchas veces dibujados, y de jubilaciones millonarias y no de supuestos perjuicios a terceros por su mala gestión . Uno siente que existe una inmunidad implícita, donde el codigo civil, penal, laboral o interno de la organización parece impreciso y tan sujeto a interpretación que libera de responsabilidades al poder, entendido en toda su extensión.
Ene29
Paco Guillén
Conchi:
Muchas gracias por tus comentarios. Creo que sin saberlo (no había leído tus observaciones…) la respuesta te la doy en la nota de hoy. Si uno comete errores ha de pedir disculpas. Si eso se hace habitualmente, se evitan errores mayores.
Pero no es tanto un tema de estrategia como de liderazgo y capacidad de dirección. De los errores se aprende si alguien es capaz de corregirte, de ayudarte a mejorar.
Para el que no quiere aprender, las sanción es ponerlo fuera de la empresa. Y para el que comete un delito, se ha de someter a la ley.
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Vi un programa de tv donde se comentaba que realmente aprendemos de los aciertos. Estaba con otros temas y solo me quedé con la frase.
Entiendí que ésto sucedía por el componente motivador y de refuerzo que suponen los éxitos.
Bien, leído tu punto de vista me vale y me viene a la memoria, una entrevista que se le hizo a un empreario de renombre.
Al preguntarle, el periodista, a qué se debía su éxito en los negocios, éste contestó que simplemente se debía a haber tomado decisiones acertadas. El entrevistador sorprendido de la obviedad de la respuesta le interpeló diciendo que cómo era posible tomar decisiones acertadas entonces. La respuesta del empresario, fue no menos sorprendente que la anterior al decir: a base de tomar decisiones erróneas.
Gran lección y tal como lo expones tú Paco.
Agradecería tu opinión sobre si la estrategia debiera tener algún componente sancionador ante los errores de los gestores empresariales, políticos, sociales, administradores …. que causan grave perjuicio a terceros , generalmente a los consumidores, por llamarnos a los de a pié de alguna manera y por supuesto, en su caso, a los accionistas.
Siendo alguno de estos directivos tan sabiondo, perdón, sabio supuesto por formación y quizás experiencia, que parece solo entender y simpre supuestamente, de bonos por resultados, muchas veces dibujados, y de jubilaciones millonarias y no de supuestos perjuicios a terceros por su mala gestión . Uno siente que existe una inmunidad implícita, donde el codigo civil, penal, laboral o interno de la organización parece impreciso y tan sujeto a interpretación que libera de responsabilidades al poder, entendido en toda su extensión.
Conchi:
Muchas gracias por tus comentarios. Creo que sin saberlo (no había leído tus observaciones…) la respuesta te la doy en la nota de hoy. Si uno comete errores ha de pedir disculpas. Si eso se hace habitualmente, se evitan errores mayores.
Pero no es tanto un tema de estrategia como de liderazgo y capacidad de dirección. De los errores se aprende si alguien es capaz de corregirte, de ayudarte a mejorar.
Para el que no quiere aprender, las sanción es ponerlo fuera de la empresa. Y para el que comete un delito, se ha de someter a la ley.