¡Qué mal trabajas…!

No te lo tomes a mal, no me refería a ti en particular. Me lo decía a mí mismo y a muchos otros con los que me encuentro cada día. Pero, por si puede ayudarle a alguien que conozcas, sigue leyendo.

El uso constante y desordenado que hacemos cada día de los distintos dispositivos electrónicos, afectan muy negativamente a nuestro desempeño profesional y contribuye directamente al desgaste personal y a ese sentimiento de estar siempre desbordados: leer correos mientras hablas por teléfono, enviar mensajes mientras asistes a una reunión, consultar actualizaciones en las redes sociales mientras te hablan…

Pasamos demasiadas horas seguidas tratando simultáneamente demasiadas cosas. Y si además estás entrenado (enviciado), incluso puedes haber perdido algunas referencias, como cuándo parar o hasta dónde llegar.

Toda esa dispersión tiene muchos costes:

  • El primero el de tu productividad. Al dividir tu atención entre múltiples actividades en lugar de centrarte plenamente en una de ellas te comporta tener que dedicar significativamente más tiempo para acabar cada una de ellas. Algunos cifran en un 25% de más ese tiempo extra necesario.
  • También representa un consumo de energía mayor, lo que hace que acabes más cansado al final del día y que tu capacidad de rendimiento en las últimas horas descienda notablemente.
  • Tu imagen profesional también se ve afectada. La capacidad de empatía en las relaciones personales se vuelve nula y tus interlocutores se llevan una impresión muy negativa por la imposibilidad de proporcionarles la atención que te reclaman.

 

Y como este problema afecta a muchas personas, el impacto en los resultados de las organizaciones es extraordinario, aunque pocos se ocupen de evaluarlo o gestionarlo.

Suele decirse el cerebro humano no está preparado para actuar en modo multitarea. Esto no es del todo cierto, pues son muchas las tareas que el cerebro lleva a cabo simultáneamente, la mayoría de ellas de manera inadvertida para nosotros. Lo que sí es verdad es que no podemos repartir de manera consciente y con la misma intensidad la atención a varias tareas a la vez. Lo más que podemos hacer es dedicar períodos cortos a cada una de ellas y cambiar rápida y continuamente de unas a otras.

Como puedes imaginar, las consecuencias son desastrosas, y especialmente en unos momentos en los que las circunstancias nos reclaman el máximo de nuestra capacidad productiva.

Aprovecha hoy para hacer un análisis del grado de afectación que padeces en tu manera de trabajar y mañana vemos maneras de arreglarlo.