Acerca de la planificación
Hablemos de estrategia y de su planificación. Todavía hoy encuentras directivos y consultores cuyo principal énfasis en sus propuestas está en la planificación de las acciones y el largo plazo. Mi sorpresa siempre es mayúscula por lo inadecuado de esas propuestas para los tiempos que corren y por la pérdida de tiempo y dinero que representan para las empresas.
No discuto las virtudes de la elaboración de planes, entre las que podrían citarse las siguientes:
- Nos obliga a hacer explícitas nuestras suposiciones y a discutirlas de manera concreta.
- Sirve de entrenamiento y preparación para responder a los riesgos que se anticipan.
- Señala el camino por dónde deberían transcurrir las actividades de innovación y desarrollo de nuevas capacidades.
Pero hoy es preciso insistir sobre los errores a los que puede conducir el exceso de énfasis en la planificación:
- Confiar demasiado en los supuestos que se anticipan lleva a comportarse erróneamente como si se estuviera ante algo cierto y seguro.
- La excesiva atención a los números puede hacer olvidar las suposiciones y expectativas originales y las incertidumbres y riesgos potenciales, dejando de prestar la debida atención a la evolución esos factores.
- Algunos colaboradores pueden estar más preocupados en “fabricar” unos resultados para que se cumplan los metas esperadas en vez de avanzar de manera razonable y segura hacia el logro real de los objetivos.
- Los comportamientos de los distintos agentes en los mercados son suficientemente erráticos e impredecibles como para dar por buenas unas cifras que alguien elaboró meses o años atrás.
Esto no significa que no deba hacerse un ejercicio de análisis y planificación de las actividades o que se disponga de indicadores de referencia para evaluar la progresión, sino que es más importante construir los sistemas que permitan actualizar la información, aprender de ella y reconducir las iniciativas en el sentido apropiado.
Y lamentablemente a esto último se le dedica escaso tiempo.