El porqué

La confianza no es una experiencia racional sino un sentimiento. La confianza se genera cuando se percibe que la otra persona o la organización se mueven por razones distintas a las de su propio interés.

Puedes ganar la confianza si comunicas y demuestras que compartes los mismos valores y creencias. Has de dar a conocer porqué haces las cosas y demostrarlo en lo que haces y en el cómo lo llevas a cabo. Sólo cuando se aprecia la coherencia en los tres niveles se genera confianza.

En la organización se empieza a construir la confianza en el momento de la contratación de colaboradores. Para atraer a los mejores hay que empezar por el porqué, identificar los que comparten la misma pasión por el propósito y que traerán la actitud que les identificará de inmediato con la cultura imperante. Después se podrán evaluar las capacidades y experiencia.

Empezar por la solidez del currículum de los candidatos no es garantía de éxito. No se selecciona a los más capaces y se les motiva después sino que se apuesta por los más motivados que serán los más productivos y leales.

Las empresas con un sentido claro del propósito que las mueve son más capaces de motivar a sus colaboradores y les hace más productivos e innovadores. Y su manera de trabajar atrae a otros colaboradores y organizaciones a trabajar o hacer negocios con ellos. Desde el exterior se puede percibir esa identidad en el porqué que les hace especial y es capaz de generar la confianza.

Pagar grandes sueldos para atraer gente con grandes ideas no suele dar resultado. Mientras que construir un equipo de gente que comparte principios y se entregan a una causa común asegura mucho más su eficacia. No se trata de dar a la gente algo en lo que trabajar sino algo a conseguir y por lo que trabajar.

La responsabilidad de quien ejerce el liderazgo en la organización es crear ese entorno. Cuando se acude a trabajar con ese sentido del porqué, resulta más fácil superar las dificultades, identificar oportunidades y generar nuevas maneras de hacer las cosas.