Riesgo seguro

Me preguntaban hace unos días cómo vencer en las organizaciones las resistencias de los innófobos. Su fuerza no es desdeñable pues se escudan en el prestigio alcanzado tras muchos años de proceder de un mismo modo. Y el problema no es menor pues cuando la realidad les demuestre su error ya será demasiado tarde para todos.

La solución pasa en primer lugar por obtener el respaldo de la alta dirección. Es responsabilidad de quien ejerce el liderazgo de la organización el promover el cambio cultural necesario para hacer de la innovación el motor de la adaptación al cambio. Eso implica que toda la organización se ve afectada por el compromiso de innovar y no sólo unos locos visionarios de un departamento considerado como maldito por los innófobos.

En segundo lugar, se han de buscar maneras de reducir la sensación de riesgo de los innófobos, para evitar sus actitudes defensivas y la puesta en marcha de iniciativas contrarias a la innovación. Eso se puede conseguir estableciendo una especie de red de seguridad para las iniciativas innovadoras, unos límites en los que se deberían desenvolver y acordados por todos:

  • Recursos. Establecer una cifra de euros y un número de personas a participar en iniciativas innovadoras.
  • Tiempo. Porcentaje del tiempo de trabajo que se puede destinar a esas iniciativas.
  • Estructura organizativa. En qué entornos se va a experimentar con esas iniciativas de innovación.
  • Criterios. Cómo se define el ámbito de lo que se considera apropiado experimentar.
  • Competencias. Qué capacidades se han de desarrollar internamente o es necesario incorporar del exterior.
  • Seguimiento. Qué hitos se establecen para cada proyecto de innovación.
  • Comunicación. Cómo y con qué frecuencia se informará de los avances que se produzcan.
  • Fracasos. Cuál es el nivel de fracaso que se considera permisible y cómo se evalúa.
  • Consecuencias. Qué ocurre con los que decidan no asumir riesgos.

Ya sé que parece que se ponen puertas al campo, pero al menos en los estadios iniciales hay que ganarse la complicidad o al menos la neutralidad de los innofóbos. Es mejor contemporizar. Nadie gana con un declaración de guerra entre innovadores e innófobos, que en mi experiencia suelen perder los primeros, al menos en el corto plazo.

 

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