Diles la verdad
En una encuesta realizada en Estados Unidos, claro, el 93% reconoció que mentía de manera habitual en el trabajo. Dejando a un lado otras consideraciones de carácter moral, no tiene lógica. Nadie puede tomar las decisiones adecuadas si carece de la información correcta.
Diles la verdad, la necesitan. Son muchos los que esperan que se la digas. Quizás podrías discutir si tienes excusas para no hacerlo. No tanto para mentir, que no es el caso, sino para callar la verdad para evitar herir o molestar. Veamos si puedes escaparte:
- Empleados: Necesitan saber cómo valoras su desempeño. No pueden hacerlo mejor si no les dices en qué se equivocan y perderán la motivación si no les felicitas cuando lo hacen bien. Es la base de su progresión y de su éxito.
- Clientes. Aquí tampoco tienes opción. Como descubran que no les dices la verdad, los pierdes. Deberías incluso ir más lejos: asegurarte de que ellos te dicen claramente la verdad de lo que piensan de tu servicio, de tu propuesta de valor, de lo que necesitan de ti. Si no te la dijeran, estás perdido.
- Proveedores. Más te vale que seas sincero o corres el riesgo de que tu negocio se vea seriamente afectado. Si no les das buena información no podrán atenderte bien y si les ocultas cosas, sus represalias tendrán un impacto muy negativo en tus operaciones.
Y el modo de decirlo también cuenta. Andarse con rodeos para retrasar una situación incómoda, acaba distorsionando la información. Piensa en lo que querrías comentar en la última frase y dila al comenzar. Todos saldremos ganando.
Paco, desde otra perspectiva, porque tienes la capacidad de estimular y provocar reacciones diría:
La motivación está en uno y no se puede esperar la palmadita, continuamente. Podría resultar hasta falso, poco espontáneo. Es otra vertiente de la familia, tradicional, la familia laboral. Lo bien hecho una vez es alavable, la segunda vez ya no procede. En casa las correcciones son la base de la educación, en el trabajo de la mejora. Simplemente el respeto y la consideración debida, en ambos sentidos, es suficiente. ¡Que ya se premirá uno!.
Como clientes somo muy inestables, subjetivos, llenos de barreras, no siempre sinceros y con mayores expectativas que las que ofrece el bien en sí. Con el lote exigimos terapia, consultoría familiar, asesoramiento financiero, laboral e incluso, al final, que nos ayuden a decidirnos por el producto de la competencia.
El proveedor, tiene toda la información, aunque algunos aún se empeñen en no reconocerlo y falsear cuestiones de importancia:
» había una mancha negra al fondo de un terreno. Alguien dijo qe parecía un cuervo. El vecino dijo que no; que era una cabra. Cada uno insistió, que si cuervo
que si cabra… Al final salió volando…. Y el segundo dijo : aunque vuele es una cabra».
Así somos