Sólo dispones de siete segundos

Algunos dirán que ocho, otros que tres; vamos a quedarnos con siete. Todo depende de cómo cuentes el tiempo en el que se fija esa primera impresión y lo que quieres incluir en ella, pero el siete es un número atractivo lleno de significados.

Ese es el tiempo de que dispones para trasmitir una determinada imagen de ti mismo. No se trata tanto de lo que puedas decir y de lo bien que te expreses (sin duda relevante) sino de lo que eres capaz de proyectar en esos segundos.

La primera impresión que transmitas tiene la capacidad de ser determinante y muy potente. Tu actitud debiera expresar energía y entusiasmo, la voluntad de simpatizar con tu interlocutor.

Piensa en tu propia conducta ante esas situaciones. En cada nueva presentación evalúas y te formas una determinada impresión de la persona a la que acabas de conocer. Esta imagen es ya muy difícil de cambiar, y establece el tono en el que se va a desenvolver la relación en el futuro.

Son muchos los factores que actúan o determinan lo que ocurre en esos siete segundos:

  • ¿Has llegado puntual o empiezas excusándote?
  • ¿Te muestras calmado y confiado o tenso e incómodo?
  • ¿Por tu expresión facial, te muestras comprometido y animado, o eres de los otros…?
  • ¿Tu apariencia física es apropiada o descuidada?
  • ¿Tus maneras son educadas y amables o apareces distante y desinteresado?

 

Son elementos de sentido común en los que puedes trabajar y es tu responsabilidad saberlos preparar.

¡Ah…! Precisamente por todo lo anterior, porque muchos no han aprendido a cuidarla, no te dejes llevar en exceso por esa primera impresión que otros te transmiten. En mi experiencia puede ser equivocada e injusta.

Todos merecemos una segunda oportunidad.