¿Necesitas intervenir…?

No olvides plantearte, por último, si realmente necesitas tomar una decisión. Siempre existe la opción de no hacer nada. En ocasiones tomar una decisión innecesaria conlleva un riesgo muy elevado que es aconsejable evitar.

Esto no debe tomarse como una invitación ni una excusa para la inacción. Hay que tomar decisiones para no dejar pasar oportunidades o evitar que degenere una determinada situación.

Pero existen también ocasiones en las que no has de intervenir. Si la situación puede resolverse por sí misma, o es de escasa importancia o si tu intervención no representará ninguna diferencia, mejor no hacerlo.

La gran mayoría de decisiones se encuentran entre estos extremos. El problema no se resolverá por sí solo pero tampoco es probable que degenere en una complicación grave. Si no actúas seguro sobrevivirás, pero dado que existe la oportunidad de mejorar algo, si actúas acabarás en una mejor situación.

En esos casos, para decidir bien, debes comparar el esfuerzo y riesgo que acompañan a la decisión con el riesgo de no actuar. No existe una fórmula mágica que te indique como actuar, pero estas orientaciones hacen muy sencilla la decisión:

  • Actúa si los ventajas superan con creces al riesgo y los inconvenientes.
  • Decide actuar o no hacerlo; pero no andes con rodeos o trates de quedarte a medio camino.

 

En los últimos días hemos repasado aquéllas cosas que pueden ayudarte a tomar una decisión. Ahora estás en condiciones de tomarla. Has repasado los condicionantes, explorado las distintas alternativas, y evaluado sus riesgos y beneficios. De hecho, dado que dispones ya de toda la información, la decisión parece bastante clara y así como las acciones a emprender. Casi se toma sola.

Pues es ahora cuando se pierden la mayoría de las decisiones. De repente parece claro que la decisión no va a gustar, que no será popular, ni tampoco fácil. Y es que tomar decisiones exige tanto coraje como capacidad de juicio. No seas cobarde y cometas el error de pedir de nuevo más información. No hagas perder el tiempo a gente competente por culpa de tu vacilación.

Pero tampoco acometas ninguna decisión hasta estar seguro de comprenderla. Si es la más acertada, no debes dejar de tomarla sólo porque sea difícil, incómoda o te dé vértigo. Si te sientes inquieto, trastornado o molesto y no sabes por qué, detente, pon cada cosa en su lugar y entonces decide.

No te pagan por hacer lo que te gusta sino para que hagas lo que debes.

 

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